9 de mayo de 2011

Gracias Trillo

trillo_facebook Evidentemente es en ocasiones como esta en las que me es imposible no querer postear algo, quizás no para quien pueda leerlo sino más que nada para mi mismo.

Se fue Carlos Trillo y más de 10 horas después de haberme enterado, todavía me cuesta creerlo. La primera vez que escuché de el o su trabajo fue cuando estaba en la primaria, durante el apogeo de mi interés por los comics. Fue entonces que escuché de Cybersix, y si bien no fue una historieta que haya llegado a leer hasta muchos años después, en ese entonces lo poco que había llegado a ver fue más que suficiente para darme cuenta que esa era una historia, unos personajes, una atmósfera como nada que haya visto antes de esa índole.
Varios años después, cuando ya había cambiado en gran parte los comics por la literatura y en mi pleno fanatismo de Arthur Conan Doyle descubrí a Martín Holmes en la revista Genios, de Trillo y Juan Bobillo (sin tener idea de quienes eran). Me sorprendió lo bien que había logrado captar la esencia de las historias de Sherlock en un comic para chicos, tomándose el tiempo para incluir detalles que hacían la diferencia.
Holmes2 cover
No voy a hacer un repaso de su carrera, primero porque leí menos del 20% de toda la obra que nos dejó y segundo porque hay muchos que lo pueden hacer mil veces mejor que yo. Quiero contar lo único que solo yo puedo contar sobre el, mis pequeñas anécdotas de la suerte que tuve de conocerlo.
Lo conocí por primera vez en la Feria del Libro en el 2007 (sin duda de la docena de veces que fui, esa va a ser siempre la mejor), el junto a Bobillo y otros dibujantes iban a estar firmando en el stand de Ivrea. Cuando llego veo que todavía no habían empezado asi que me siento en un rincón a leer Sick Bird que había comprado el día anterior. Al poco tiempo veo que un chico se acerca a un tipo que recién había llegado y le pide que le firme algo, nunca lo había visto a Juan pero estaba casi seguro que era el. Me acerco, me presento porque habíamos estado intercambiando unos mails unos meses atrás (sobre un proyecto que le había propuesto y todavía le debo, perdón Juan! te prometo que lo voy a hacer, eventualmente), el se acordaba y me saluda muy amistosamente. Me dice que va a dar una vuelta por ahí y que en un rato venia a dibujar. En ese momento estaba dibujando Seijas y como para quedarse con la boca abierta, y escucho justo atrás mío un “más o menos eh?”, me doy vuelta y era Juan que también estaba admirando al maestro. Cuando era su turno de ponerse a dibujar me quedo charlando con el mientras le hacia dibujos a la gente que estaba en (una considerable) fila.
Bird%20vuela.1
Hablamos de muchas cosas, del proyecto, de la historieta en general, de los años que hacia que yo seguía su laburo (tema que lo hizo sentir viejo). Al tiempo a unos pasos de distancia lo veo a el, al maestro Trillo (con su notable parecido a Jon Voight, aunque ahora el es el que se parece a Trillo). A diferencia de Bobillo, quien a pesar de mi enorme admiración (y de que soy su fan número uno, lo digo ahora públicamente para establecer precedente) podía hablar con el de igual a igual. Trillo por otra parte me demandaba un profundo respeto, y a pesar de que es un tipo adorable y tremendamente sencillo (en cuanto a trato se refiere), no podría tratarlo con esa ligereza, quería arrodillarme y alabarlo. En ese entonces empecé a tramar un plan y decidí muy astutamente utilizar un recurso que normalmente usaría para captar la atención de una chica, solo que en este caso yo quería conquistar a Carlos Trillo.
Cuando fue mi turno de que Juan me dibujara algo le pido algo que le trae recuerdos, un personaje que seguramente haría unos cuantos años que no dibujaba. No solo yo estaba chocho de que me estaba haciendo tremendo dibujo y que esté charlando con el, sino que mi plan estaba a punto de funcionar a la perfección. Carlos se acerca a Juan, chusmea a ver que estaba dibujando y dice “Uy, Martín Holmes!”, impecable timing. Juan le dice “El (o sea yo) me dijo ‘te voy a pedir que me dibujes algo que seguramente nadie más te va a pedir’”, Trillo sonríe y ahí aprovecho para pedirle que me firme ese número de Sick Bird que tenia.
“Deberíamos hacer otro de estos, no?” le pregunta Trillo a Juan. “Si, por favor!” digo yo como una colegiala fan. Trillo se rie y me dice “pero vos ya estás grande, no vas a comprar la Genios”. Yo le aseguré que definitivamente lo compraría. Esa noche salí de la Rural con una sonrisa de ñoño que no me podía borrar nadie, porque no solo había conocido al grande de Juan Bobillo sino que además había coqueteado con Trillo.

La chica a cuerda
Un par de meses después me enteré de algo que iba a terminar afectando notablemente el curso de mi vida, Trillo iba a dar un pequeño curso de guión de historieta en la escuela de Juan, el Sótano Blanco. A pesar de haber pasado varios años escribiendo ficción en prosa, nunca hasta ese momento había considerado seriamente la posibilidad de escribir comics. De repente la idea me resultaba tan lógica y obvia que pensar que no se me haya ocurrido hasta ese entonces parecía absurdo. De más está decir que si la clase la hubiese dictado cualquier otro, lo más probable es que no haya ido, pero era Trillo, no podía no ir.

En esa clase no solo conocí a geniales personas con las que durante los siguientes años íbamos a salir a resolver misterios (como Las Joyas de la Señora de Rojo, La Estatua de Babilonia y El Extraño Doctor Wilkinson, entre otros), sino que pude interactuar con el maestro.
Se planteó que la temática sobre la que todos íbamos a escribir iba a ser: la traición. La gran mayoría presentó historias serias, algunos dramas, algunos suspensos, varios tenían un manejo de las palabras considerablemente mejor que el mío. En un principio yo también contemplé una historia más bien introspectiva, sino me equivoco habría tenido que ver con alguien que se traicionaba a si mismo, o mejor dicho que su reflejo lo traicionaba. Pero un día, me llegó esa pregunta que tarde o temprano todos nos hacemos: “Qué pasaría si en una noche de trabajo, el ratón Pérez es interceptado por un gato, pactan una tregua pero el gato lo traiciona comiéndoselo, solo que el ratón sigue vivo en su estomago y atormenta al gato desde sus entrañas para que termine con la recolección dental de esa noche?”.
Lo primero que pensé fue “No puedo mandarle esto a Trillo”, lo segundo que pensé fue “No puedo no mandarle esto a Trillo”. No fue sorpresa que me haya contestado con toda la seriedad y normalidad del mundo, claramente estaba viendo más allá del delirio y concentrándose en la historia (y evidentemente el había escrito cosas bastante más bizarras que esta) y entre otras cosas me contesta: “parece un relato corto, se me ocurre con final inesperado, para potenciarlo. Pero por ahí lo pensaste como una cosa más larga, así que dale y contá todos los detalles, las escenas, lo que te parezca que puede encantar a un editor”.
DS cover2
Una o dos clases después, llevé dos páginas de guión, escritas intencionalmente sabiendo que existía la posibilidad de que el mismo Trillo las fuera a leer en voz alta a la clase. Eso fue exactamente lo que sucedió y en un tono bastante serio leía cosas como “Hoy tuve una noche demasiado larga, 32 dientes recolecté hoy. No doy más flaco…” o “Yo estoy laburando, los gatos se piensan que esto es joda.” o mi favorito “CUADRO TODO NEGRO. NO OSCURO, NI BLANCO Y NEGRO. NEGRO COMO MAGIC JOHNSON. NEGRO”. La mayoría nos la pasamos riendo hasta que terminó de leer, fue absolutamente genial.
Lo que me gustó realmente de esas clases es que no intentó enseñarnos a escribir (cosa que es no solo difícil de enseñar sino que además puede ser extremadamente subjetivo) sino que al contrario nos enseñó cosas que solo el podría, como presentar proyectos en diferentes países y mercados y muchas contemplaciones de su laburo, como eso, un laburo.
La última vez que lo vi fue la última clase, el día de la joda y el boludeo en la que andábamos medio delirantes como para ponernos a hablar con el (de hecho cada vez que nos acercábamos a su grupo, lo desarmábamos y hacíamos que la gente se fuera).
pag 18
Sin embargo la última vez que intercambié palabras con el fue al año siguiente (2008), cuando estaba obsesionado con un proyecto y le escribí para contarle un poco y preguntarle que sabia de las fotonovelas. Ciertamente le había preguntado a la persona correcta, de forma muy predispuesta me hizo un resumen de todo lo que sabia sobre fotonovelas y me tiró muchas puntas para que investigara. Al releer sus últimas palabras se me hace imposible que no me queden resonando:
“... como no me parece que quieras hacer una cosa para competir en el quiosco sino una obra de autor, me parece que podés meterle que suena muy interesante.
Espero que te vaya bien con el intento.
Un abrazo,
Carlos”

Asi era Trillo, siempre predispuesto a dar una mano en lo que me da la impresión era su verdadera pasión. Siempre se me hacia que cuando alguien hacía una historieta en este país, estaba entrando a jugar en el arenero de Trillo, el era la historieta Argentina. Voy a ser completamente sincero (perdón maestro pero lo tengo que decir), sus diálogos siempre me parecieron extremadamente arcaicos y no en un sentido elegante y estilístico, al punto en que basta simplemente con leerlos en voz alta para notar lo ridículos que suenan. Sin embargo su manejo del formato de la historieta (sus ventajas y desventajas sobre otros medios), y su increíble versatilidad y rango de relatos eran impresionantes.
Basura-10
Con Cecilia y Nahuel hablábamos todo el tiempo de el, era (y sigue siendo) muy gracioso imaginarlo bailando en el caño y arrojando Pokebolas. Estuvo muy presente en estos últimos años y yo creo que lo seguirá estando. Como acertadamente señaló Nahuel, muchos hacíamos lo que hacemos para el, y me siento muy estúpido de no haber terminado El Gato Pérez a tiempo para ver si tenia su bendición. Sin embargo ahora más que nunca siento que se lo debo, y esa es una motivación poderosa.

En fin, creo que no tengo mucho más para agregar. De todas las cosas que vi que escribió la gente, la de Alejo Valdearena es la que me resulta más apropiada. Este pequeño y hermoso tributo de Juan lo resume todo muy adecuadamente:
frantrillo

2 comentarios:

  1. Gran recuerdo. Abrazo,
    Colo

    ResponderEliminar
  2. Posteo tarde porque no me gusta decir lo que siento cuando está todavía muy fresco. Ahora que lo pienso, tampoco me gusta decirlo ahora que ya no está tan fresco...

    En fin, era el mejor guionista argentino. Era un viejito adorable que le dio consejos, laburo y le metió pilas a más pendejos con ilusiones de los que podemos contar. Cuando se muere alguien así, no dan ganas de decir lo que uno piensa.

    ResponderEliminar

Algunos derechos reservados