Bueno, tengo un plan. Voy a publicar un cuento por día durante toda esta semana. Más que nada es usar Halloween como excusa propia para escribir.
El plan especifico es el siguiente. Los tres primeros días voy a publicar tres nuevos cuentos de Morlacs. Asiduos lectores recordarán que para San Valentin, hice una tarjeta en la cual pudieron apreciar la primer aparición pública de los Morlacs.
Al poco tiempo decidí que voy a escribir lo que posiblemente daré en llamar "El Gran Libro De Los Morlacs". Una serie de relatos mórbidos que inevitablemente terminan mal. Todos escritos en diversos estilos, y todos con Morlacs en ellos. Ya voy a hablar más en profundidad sobre este proyecto a medida que evolucione.
Algunos de los cuentos que les voy a presentar durante esta semana, quizás formen parte del libro (en versiones más extendidas y elaboradas), algunos quizás no.
Para el jueves tengo un cuento sorpresa, que no es precisamente mío aunque algo tuve que ver con el. Y finalmente para Halloween, voy a estrenar en exclusiva (o al menos tengo la intención), el cuento que tengo en el horno hace dos años ya, La Historia Del Largo Cabello. Un puñado de afortunados ya han tenido oportunidad de leer el primer borrador el año pasado, pero esta será la versión final.
Bueno, ese es el plan, y espero tener éxito.
Sin más cháchara, les presento la historia de hoy:
El fin de Marshmallowfield Trust
Por Sam
Los oficinistas iban de un lado a otro, sosteniendo papeles, o tazas de café humeantes (a veces ambas cosas). Los cuarenta y dos teléfonos de ese piso solicitaban atención, tal como un grupo de cuarenta y dos bebes lo harían (haciendo mucho ruido).
Ocasionalmente los oficinistas atendían alguno de los (42) teléfonos, farfullaban una serie de tecnicismos, recitaban una serie de números o daban una lista de nombres (no necesariamente en ese orden), colgaban y seguían su camino. Alguien ajeno a aquel mundo incluso podría llegar admirar esta misteriosa danza corporativa. Era un día como cualquier otro en Marshmallowfield Investment Trust.
- Necesito los números de Fairclad Corp - dijo Stevenson a Waterville.
- Los tiene Smith, pero creo que aun está esperando el cierre de Klaxonland - respondió Waterville a Stevenson.
Una fotocopiadora emitía un resplandor de luz y copiaba hoja tras hoja de desalmada burocracia impresa. Unos oficinistas hacian fila detras de la máquina, sosteniendo pilas de papeles esperando a ser copiados, algunos de ellos tenían Blackberrys e intercambiaban mensajes, llamadas y tecnicismos con oficinistas de otros edificios y empresas.
- Hey, ¿has visto este memo? - preguntó Waterville a Stevenson.
- ¿Cuál de ellos? - dijo Stevenson a Waterville.
- Pues dice... - Waterville hizo una breve pausa para ponerse los lentes y alejar el memo que sostenía en su mano lo suficiente para leerlo. "Hoy a las nueve quince llegan los Morlacs. Proceder adecuadamente."
- ¿Los Morlacs? ¿Acaso es una distribuidora de la que no estoy al tanto? - dijo Stevenson a Waterville, extrañado.
- No lo se, ¿crees que sea una broma de Jenkins? - consultó Waterville a Stevenson.
- Es una posibilidad - dijo Stevenson a Waterville, tratando de entender cual sería la gracia del memo.
Eran las nueve en punto de la mañana y la danza continuaba. Un piso repleto de cubículos que contenían atareados oficinistas. Smith entregó los números de Fairclad Corp a Stevenson tras el cierre de Klaxonland. Stevenson terminaba los últimos detalles de su reporte para luego entregárselo a Waterville, quien tras aprobarlo le informaría a los distribuidores correspondientes.
Waterville entró a trabajar para Marshmellowfield Trust hace catorce años, siete horas y veintitrés minutos. Súbitamente, tuvo una epifanía casi celestial (algo que no ocurría en Marshmellowfield Trust desde Octubre de 1917), su fría lógica calculadora mental se detuvo y su maquinaria emocional se puso en marcha, como si fuese fruto de un desperfecto técnico.
Waterville empezó a darse cuenta de que no pasaba mucho tiempo con su familia, de que había un vacío en su vida que había estado intentando llenar con burocracia durante los últimos catorce años, dos meses, cinco días, siete horas y veinticuatro minutos. Los engranajes de su imaginación, que habían estado inmóviles por esa cantidad de tiempo, comenzaron a movilizarse. Waterville empezó a soñar despierto:
El sol matutino bañaba de luz la cocina, donde Waterville, quien vestía una camisa casual y unos shorts, intentaba resolver el crucigrama del periódico.
- Querida, - dijo Waterville a su esposa Jannice - creo que deberíamos tomarnos el día y hacer un picnic en el Strangesquare Park.
- Cariño, esa es una fantástica idea, voy a preparar unos emparedados. - dijo su esposa Jannice a Waterville.
El hijo de Waterville y su esposa Jannice, bajo corriendo las escaleras y entró en la cocina.
- ¿Qué hay de nuevo padre? - preguntó Waterville Jr a Waterville.
- Prepara tu cometa Junior, vamos a ir de picnic al Strangesquare Park - dijo Waterville a Waterville Jr.
- ¡Oh, genial papá! - dijo Waterville Jr a Waterville -. ¿Crees que algún día pueda ser astronauta como tu?
- Claro que sí hijo, claro que sí.
9:15 AM. Un grito de horror proveniente del hall de ascensores de Marshmallowfield Trust, hizo despertar a Waterville de su sueño diurno. Su imaginación volvió a detenerse, y su fría lógica calculadora mental volvió a funcionar como siempre.
- ¿Acaso PlummingShares cerró en baja para que estén tan alterados? - preguntó Stevenson a Waterville.
- No lo creo - dijo Waterville a Stevenson -. PlummingShares no ha decaído desde hace ocho años. Esto es algo más...
- ¡El memo! - gritó una voz a lo lejos -. ¡Si tan solo hubiésemos leído el memo!
Las puertas del ascensor principal se abrieron, y las criaturas empezaron a salir de el. Muchas más de las que era posible que hayan entrado en ese ascensor. Cada una de ellas buscando un objetivo, un oficinista, y avanzándose sobre ellos.
- ¡Los Morlacs! ¡Oh, por dios Stevenson! - fue lo último que Waterville dijo antes de ser digerido por un reptante Morlac.
A las nueve horas y dieciocho minutos de la mañana, Marshmallowfield Investment Trust, había llegado a su fin después de ciento doce años, tres meses y cuatro días de servicio.
Y básicamente eso.
Comenten que les pareció, y vuelvan mañana por más... ¡MORBIDAS HISTORIAS DE MORLACS!
Klaxonland es la tierra de los klaxons?
ResponderEliminarA Smith solo puedo imaginarmelo como a un Morrisey oficinista.
Creo que te coparia improvisa2, pero me parece que voy a ir con Sole.
Waterville jamas volvio a soñar despierto...
Un gran cuento, Sam.
ResponderEliminarAhora... yuppies y monstruos, Marsmallowfield... ¿Cloverfield?
Curioso que lo menciones, estimado Guillermo. Cuando se me ocurrió el nombre "Marshmallowfield" lo googleé, y encontré un video en YouTube que se llamaba así y era una parodia de Cloverfield protagonizada por el Hombre Malvavisco (Stay Puft Marshmallow Man) de los Cazafantasmas.
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