30 de noviembre de 2010

Libros en forma de audio

audiobooks

Mi época dorada de lectura fue cuando tenía 13, 14 años. Leía mínimo un libro por mes, pero con los años eso fue disminuyendo exponencialmente. En los últimos años con suerte leía un libro por año, aunque por supuesto eso no quiere decir que no leyera, simplemente no libros.
En mi actualidad hipercyberactiva los libros compiten contra series ilegalmente bajadas de la internet o videojuegos de antaño (léase: con un par de años de antigüedad), por un slot en el tiempo libre y 47 veces de 10, los libros pierden. Para empezar son objetos físicos que hay que agarrar no solo con una sino la mayoría de las veces con ambas manos, ¿qué es eso? yo no voy a andar usando nada que no reaccione a mis ondas cerebrales vía bluetooth.
Bueno, este año no solo me resigné a seguir leyendo libros analógicos sino que además descubrí la magia de los audiobooks. Años antes había disfrutado en varias ocasiones de escuchar cuentos en forma de audio, pero no me había animado aun a dar el salto a una novela entera. En cuestión de dos o tres meses me leí 4 o 5 libros, y lo más increíble es que lo hice mientras hacia otras cosas. El paraíso del multitasking, hacer actividades monótonas y repetitivas (o que simplemente no requieren demasiada atención consiente) mientras “leo” un libro, es perfecto. En realidad ya no es lectura, porque te lo están leyendo y puedo admitir que tras finalizar un libro hay un poco de culpa de no haber visto una sola palabra impresa (en papel o en pantalla). Es un poco como en Matrix cuando el operador les carga información al cerebro * Kamasutra – Loading: 42% *.
Pero la realidad es que los audiobooks están lejos de ser una novedad y un modernismo, no es distinto a que te lean tus padres un cuento antes de dormir y es por eso que se siente tan natural, porque las historias se contaban mucho antes de que fueran escritas (y ni hablar impresas).
Lamentablemente los audiobooks son más que nada característicos del mercado yanqui y no hay ni señales de humo de que vayan a llegar acá, pero en el caso de que no sean angloparlantes siempre pueden conseguir un vagabundo alfabeto para que les lea por comida.

Y básicamente eso.

2 comentarios:

  1. Te juro (no miento) me pasa tal cual te pasa a vos. Desde los 11 a los 14 leí mucho, pero mucho. En exceso. Leía todas las vacaciones mientras no estaba afuera, leía en cualquier momento que se pueda y cualquier cantidad de libros. Y derepente la música sustituyó ese tiempo. Pasé de tirarme en la cama a leer, a tirarme en el piso con dos parlantes apuntándome a escuchar de todo. Conocer la música.
    Hoy no leo ni escucho música: Veo series. Cualquier cantidad antes de dormir. Me quemo temporadas y temporadas de series de cualquier nacionalidad y estilo.
    Igual dejé de leer libros, pero no dejé de leer. Principalmente leo para la facultad y después cualquier cantidad de bloggers que escriben. El ¡Reader está lleno!

    ResponderEliminar
  2. Excepto cuando estoy tocando, la música no me impide hacer nada, de hecho siempre acostumbro buscarle soundtracks apropiados a lo que esté leyendo (me pasa hoy en día de escuchar ciertos discos y tenerlos indefectiblemente asociados a ciertos libros). Pero es una muy buena práctica esa de escuchar música y no hacer nada más, sino siempre es algo de fondo (por más fuerte que esté).

    Mi reader está por explotar porque lo tengo abandonado de hace un par de meses y ahora ya ni me animo a asomarme, pero igualmente mentiría si digo que los leo, más que nada ojeo y marco como leído.
    Las series son un tema, pero igualmente tengo mucho autocontrol al respecto, veo máximo un capitulo por día, por más que tenga temporadas enteras bajadas. Podría seguir comentando, pero me voy a ver Fringe.

    ResponderEliminar

Algunos derechos reservados